
Desde hace un tiempo desde que tenemos este gobierno Frankenstein, voy escribiendo este artículo, que quizás podría esperar algo más para publicarlo, siempre hay algo que añadir y esto sería un nunca acabar. El título de esta reflexión puede ir dirigido al tiempo climatológico que está por venir, como a la sombría situación económica que asoma por el horizonte, e incluso a la situación política en nuestro país y fuera de él.
Nunca tuvimos en España una democracia de primera. Desde que uno tiene memoria sabe que, aunque nos gusta hablar de democracia, su salud es quebradiza. Desde Suárez a Sánchez, la democracia ha sido siempre una palabra solemne pero vidriosa. Sostengo, y me baso para decir lo que voy a escribir en el conocimiento acumulado que tengo de algunos dirigentes políticos, que democracia es sólo una palabra sin significado para una mayoría importante de dirigentes. Félix Madero
A parte de otros artículos que ya escribí como por ejemplo algunos de estos que tendrían que ver con este artículo; La responsabilidad del irresponsable, pero no pasa nada o este Sería otra traición más del PSOE si consiente a Pedro Sánchez o este El Estado de las Autonomías O este El PSOE y o este también PSOE PODEMOS su Frente Popular O este otro La vergonzosa historia del PSOE

Es curioso, los mismos partidos, socialistas, comunistas y nacionalistas que mandaban en 1936-1937 y nos llevaron a la guerra civil, son los que ahora mandan en España. Entonces decían: “En cuanto caiga el gobierno de Azaña, habrá una República Soviética en España” (Largo Caballero, febrero 1936). Ahora Sánchez dice (2021): “Largo Caballero actuó como queremos actuar hoy nosotros”.
Como consecuencia del final de la II GM Francia, Italia y Alemania tuvieron que adaptar su constitución, sin embargo, ningún partido, asociación, colectivo vinculado a la Vichy de Petain por Francia, o al nacional socialismo hitleriano por Alemania, o fascismo italiano participaron en modificaciones de sus Constituciones y sus nuevas leyes.
“Spain ist diferent” y tan diferente, España desde mucho antes los Reyes Católicos está vinculada al catolicismo, por los Reinos de Aragón y Cartilla principalmente y siempre la Iglesia ha estado vinculada a los gobiernos de cada momento a través de los siglos. Salvo en los cortos periodos republicanos. A diferencia de otras monarquías europeas que no han tenido esa influencia en sus gobiernos, salvo la inglesa donde la Reina es la cabeza visible de su iglesia. Y esta influencia católica también ha sido un lastre para nuestra historia a la hora de participar en la redacción de la Constitución del 1978, todos vencedores y vencidos e influenciadores quisieron participar en la nueva Constitución, pero a propósito o no, permitieron el mismo lastre organizativo del gobierno, partidos y nacionalismos desde la «pepa 1812». No se quiso buscar personas de todos estamentos de la sociedad civil ajenos y no vinculados a la contienda civil. ¿Porqué?.
Seguimos cerrando círculos en falso: la II República empezó anteponiendo la ilusión populista de unos al consenso civil democrático y, en pocos años, atentó contra la seguridad y las libertades. Ahora las esperanzas de la Transición y la Constitución colapsan en la creciente degradación actual.
Políticos y periodistas suelen referirse al Parlamento como la sede de la soberanía popular, esto es, el lugar donde se ubica el poder de la Nación de ciudadanos en las sociedades libres. No obstante, pese a su reiteración en el discurso político y mediático es un error confundir soberanía con representación pública. La representación obtenida mediante el voto, con condiciones y a plazo, no sustituye ni mucho menos suplanta la soberanía del representado. El parlamento es institución de representación pública, pero no sede de la soberanía. La sede real de la soberanía es el pueblo como “sujeto colectivo imaginado”, formado por todos los ciudadanos que integran la Nación dentro de unos límites geográficos, históricos y culturales.
La soberanía política de la Nación y la libertad personal constituyen el sistema “individuo-sociedad”, escorado a los extremos o en tensión entre ambos, como acredita la historia del pensamiento sociopolítico. Remarcan la individualidad, la actitud vital socrática de razonar frente a las convenciones sociales, y su actitud cívica al asumir la injusta condena a muerte; el énfasis en el individuo del epicureísmo (defensa de la vida y felicidad ante la contingencia y el miedo); la autonomía moral de Kant, en el marco de la ley moral…no se trata tampoco de invocar a Platón, o Schelling y Hegel, o Lenin-Stalin-Mao, o Aristóteles, o Jaspers, o Heidegger, sería interminable comparar estos “filósofos” pensadores del modelo de sociedad democrática.

En consecuencia, el sistema abierto sujeto a las luchas hegemónicas de ideologías y liderazgos de distinto y contradictorio signo con impacto en las libertades y la soberanía ciudadana. Así, en el mundo actual, amplias áreas de la Tierra hoy están regidas por totalitarismos comunistas, teocráticos y nacionalistas y, otras áreas, regidas por democracias, desde las liberales a las autoritarias y populistas en proceso de degradación antidemocrática.
En la democracia española, seguir la vida parlamentaria de las Cortes Generales y parlamentos regionales da que pensar la distancia abismal entre la idea de representación y la realidad. Sus señorías han llegado allí en listas cerradas de partidos, no por sus méritos sino por intereses. Simplemente representan a quienes les han seleccionado.
Hay señorías que medran en los partidos como forma de vida; jamás les ha quitado el sueño el interés de España. De hecho, en las Cortes de todos, tenemos señorías que buscan imponer a toda la Nación de españoles sus particulares querencias ideológicas al margen del orden constituido: social-comunismo frente a libertad, república populista frente a monarquía, fragmentación identitaria frente a unidad nacional, dependencias y empobrecimiento frente a desarrollo y progreso económico. Esta realidad expresa la disfuncionalidad de nuestro sistema electoral de representación que sirve a las oligarquías de los partidos, pero no a la Nación. Y siendo así ¿necesitamos tantos diputados y senadores?.
Urge romper este círculo vicioso, pero obtener resultados distintos exige cambios en el sistema “individuo-sociedad” a partir del orden constitucional que nos hemos dado; cambios para proteger las libertades y consolidar la soberanía de la Nación. Del lado social, ejercitando la soberanía, hemos de avanzar en la separación de poderes con mecanismos de control del Poder Ejecutivo (sistema de pesos y contrapesos); en dotarnos de un sistema electoral que garantice la relación entre ciudadano y representantes en un modelo competitivo de candidatos en distritos electorales, con legislaturas de cuatro años y renovación de la mitad cada dos; y, si queremos Nación y futuro, excluir de la representación de la Nación y de las instituciones públicas a partidos totalitarios y separatistas.
Sin el contrapeso de una red de instituciones públicas independientes, y el impulso inicial se degrada en mediocridad, sectarismo y corrupción. Carecemos de una cultura de asociaciones cívico-políticas que requieren compromiso mantenido en el tiempo. Actualmente, ejemplifican ese compromiso asociaciones en defensa de derechos constitucionales, amputados por nacionalistas, como Impulso Ciudadano, Asamblea por una escuela bilingüe, plataforma Escuela de Todos, Sociedad Civil catalana, Hablamos español, asociación Esteban de Garibay y otras.
En resumen: ser libre es permanente y ardua conquista personal frente a influencias, engaños, dependencias y manipulaciones. Ser ciudadano soberano depende de factores constitucionales internos, y de solvencia externa como Nación. Hoy, con la perspectiva de los últimos 40 años de democracia puede afirmarse que la soberanía nacional de los españoles sufre un retroceso por fraccionamiento y devaluación, y, las libertades ciudadanas, de regresión por amputación, ideologización, censura y adoctrinamiento.
“El Poder Judicial es uno de los más maltratados por este Gobierno que pretende, y lo ha hecho efectivo, utilizarlo para conseguir lo que ni la Comisión Europea ni el Grupo de Estados contra la corrupción, dependiente del Consejo de Europa ni la Convención de Venecia, ni la opinión general admite como una práctica admisible: que los órganos judiciales de un país tengan que tener el color del partido o de los partidos en el poder”. Victoria Prego.
Ha fallado la clase política, desde luego, pero también la empresarial-financiera, la intelectual (si alguna vez hubo tal cosa) y naturalmente la periodística. Aquí solo prospera quien vive agarrado a las faldas del presupuesto o tienen capacidad de chantajear. Ha tenido que ser un gánster de medio pelo como Villarejo, un golfo que tiene cogido a medio país por los faldones de la corrupción, quien definiera como nadie más de 40 años de realidad española.
Albert Rivera, cuando aquel 22 de julio de 2019 denuncio desde la tribuna del Congreso a Sánchez y su banda, (vídeo) O escuchen la perfecta definición que Perez Reverte hace sobre Pedro Sanchez (video)
“En cuanto caiga el gobierno de Azaña, habrá una República Soviética en España” (Largo Caballero, febrero 1936). Ahora Sánchez dice (2021): “Largo Caballero actuó como queremos actuar hoy nosotros”. Y válgame, Dios, que lo está intentando.
¿Qué habría sucedido y o como sería España si los que perdieron la guerra civil la hubieran ganado?
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[…] La soberanía nacional en peligro […]
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