Guerra de espías que hay entre Estados Unidos y China.

A la disputa comercial, tecnológica, política y militar entre Estados Unidos y China hay que sumarle la pugna entre sus agencias de inteligencia. La información sobre sus operaciones es escasa y, por su naturaleza, su veracidad debe estar siempre en entredicho. Pero las investigaciones que han trascendido dibujan una cruda batalla entre los servicios de inteligencia de los dos países por conseguir información sensible del contrario que les permita adelantarse a sus movimientos.

Entre bastidores, alejados de los ojos del público pero trabajando incesantemente, los espías estadounidenses y chinos se baten desde hace décadas. Es algo normal entre países adversarios e incluso entre aliados, como el Reino Unido y Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial, o como este último y Francia o Alemania, a cuyos líderes Washington ha espiado durante años. Pero durante la última década el pulso entre Estados Unidos y China se ha recrudecido.

La CIA pierde sus fuentes en China Leer los links de esta web.

La labor de los servicios de inteligencia es dar a los Gobiernos información útil para su toma de decisiones. Así, uno de los objetivos prioritarios de la agencia de inteligencia extranjera de Estados Unidos, la CIA, debe ser obtener información sensible sobre China, país que EE. UU. considera un adversario estratégico. Hacia 2010, la red de espías que la agencia había cultivado allí estaba en su mejor momento. Aprovechando la corrupción rampante de las instituciones chinas, la CIA consiguió que sus informantes ascendieran dentro de las estructuras del Partido Comunista Chino (PCCh) y del Ejército pagando sobornos.

Darrell Issa, congresista republicano por California,declaró a la cadena Fox el pasado día 11 que hay “cientos de miles de personas que actúan como espías y están coordinadas por China”.

No está claro si Irán compartió sus hallazgos con sus homólogos en China o si la inteligencia china lo resolvió por su cuenta, pero entre 2010 y 2012, China desmanteló las operaciones de espionaje de la CIA dentro del país.

Todo esto podría haberse evitado si se hubieran atendido las advertencias de un informante. En 2008, mucho antes de que Irán o China encontraran y arrestaran a agentes de la CIA, John Reidy, quien trabajaba para subcontratistas de la CIA ayudando a identificar, administrar e informar sobre activos humanos en Irán, ya había advertido sobre el fraude que involucraba a un subcontratista de la CIA y una «catástrofe». fallo de inteligencia «en el que» más del 70% de nuestras operaciones se habían visto comprometidas «por la penetración hostil de las redes informáticas de inteligencia de EE. UU.

Nadie hizo nada más que dejarlo de lado y ocultarlo, dijo Reidy, incluidos los comités de supervisión del Congreso. Fue marginado, y luego fue despedido. Yahoo habló con su abogado, Kel McClanahan, quien dijo que las cosas podrían haber sido muy diferentes si hubieran escuchado y actuado.

El comandante del Comando Indo-Pacífico de EE.UU., Philip Davidson, expresó sus preocupaciones por el hecho de que China esté acelerando sus movimientos para «suplantar» al poder militar estadounidense en Asia. «Me preocupa que [China] esté acelerando sus ambiciones de suplantar a EE.UU. y nuestro papel de liderazgo en el orden internacional basado en reglas»,declaró Davidson.

Darrell Issa, congresista republicano por California, declaró a la cadena Fox el pasado día 11 que hay “cientos de miles de personas que actúan como espías y están coordinadas por China”.

Cada estudiante es un agente potencial porque todos están sometidos a compulsión legal para cometer espionaje contra EEUU. Los artículos 7 y 14 de lamLey de Inteligencia Nacional china (2017) requieren a cada nacional del país que cometa espionaje si así se le demanda. Además, ningún ciudadano chino puede resistirse a una exigencia de ese tipo –o a cometer cualquier otro acto en el jerarquizado régimen del Partido Comunista.

Millones de personas socializan, consumen y hasta deciden su voto en función de la información que reciben a través de las redes sociales. Eso otorga un enorme poder a las empresas propietarias, que para colmo pueden decidir qué publicar, qué es veraz o no, qué opiniones silenciar y cuáles difundir, e incluso a quién bloquear hasta que decidan lo contrario. Está en juego la soberanía digital, y algunos países han decidido hacer frente a la censura, a sus algoritmos… y a quienes los programan.