El ministro del Interior de Italia, Matteo Salvini, está encabezando un esfuerzo para crear una alianza paneuropea populista para desafiar al establishment proeuropeo respecto al futuro de la Unión Europea. El objetivo es recuperar la soberanía de manos de burócratas no elegidos en Bruselas y transferir competencias clave de la UE de vuelta a las capitales nacionales.
Alemania y Francia, los autoproclamados guardianes de la integración europea, están respondiendo al desafío con un ambicioso contraproyecto para hacer que la Unión Europea sea «una potencia más decisiva en la escena mundial».
Esta confrontación, que amenaza con dividir la Unión Europea por la mitad, entre los nacionalistas euroescépticos y los globalistas eurófilos, se calentará más en los próximos meses, de cara a las elecciones al Parlamento europeo a finales de mayo.
Durante una visita a Varsovia el 9 de enero, Salvini, que ahora es el político más poderoso de Italia, dijo que los populistas de Italia y Polonia debían generar «una primavera europea» y forjar un «nuevo equilibrio» para sustituir la influencia de Alemania y Francia en el Parlamento europeo.
Salvini está intentando crear un nuevo bloque político acuñado como la «alianza de los soberanistas» (alleanza di sovranisti) que incorpora a nacionalistas y populistas de toda Europa para concurrir a las próximas elecciones al Parlamento europeo. El objetivo es reafirmar la soberanía nacional al cambiar la composición política del Parlamento europeo, y por extensión, del ejecutivo de la UE, la Comisión Europea, y finalmente el Consejo Europeo, donde los líderes nacionales toman las decisiones más importantes de la UE.
Los miembros del Parlamento europeo supranacional se organizan en grupos ideológicos como en los legislativos nacionales. Hay actualmente ocho grupos políticos en el Parlamento europeo. El mayor es el Partido Popular Europeo, de centroderecha (del que es un pilar clave la Unión Demócrata Cristiana de la canciller alemana, Angela Merkel), seguido de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, el Grupo Europeo de Conservadores y Reformistas y la Alianza de Liberales y Demócratas de Europa (ALDE). La reciente decisión de En Marche, el partido político del presidente francés, Emmanuel Macron, del que forma parte Ciudadanos y Emanuel Valls de unirse a ALDE podría convertirlo en el segundo bloque mayor en el Parlamento europeo, desde su cuarto lugar, tras las elecciones de mayo.
Salvini ya ha convencido a los partidos populistas francés y holandés Agrupación Nacional, de Marine Le Pen (antes llamado Frente Nacional) y el Partido por la Libertad de Geert Wilders) para que se unan. Si el PiS, y el Partido de la Libertad, que gobierna en Austria, se subieran a bordo, la alianza euroescéptica de Salvini podría tener hasta 150 eurodiputados. Esto lo convertiría en el tercer mayor grupo del Parlamento europeo y le daría un poder tangible para influir en la legislación de la UE. ¿Contarían con VOX? O por el contrario a VOX no le interesaría estar en ese club.
Fidesz (Alianza Cívica Húngara), el partido del primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, sigue siendo parte del Partido Popular Europeo, que se ha resistido a las peticiones de expulsar a Orbán por sus puntos de vista euroescépticos y contrarios a la inmigración. El portavoz de Orbán, Zoltan Kovacs, alabó los planes de Salvini de crear una alianza populista.
En cualquier caso, Salvini y Orbán han prometido crear un «eje antiinmigración» con el objetivo de contrarrestar las políticas proinmigración de la Unión Europea. En una reunión en Milán el 28 de agosto, Orbán y Salvini se comprometieron a trabajar juntos con Austria y el Grupo de Visegrado la República Checa, Hungría, Polonia y Eslovaquia para oponerse a un grupo proinmigración de países de la UE liderado por el presidente francés, Emmanuel Macron.

Orbán añadió: Las elecciones europeas se celebrarán pronto, y deben cambiar muchas cosas. En este momento hay dos bandos en Europa: uno está liderado por Macron, que está a favor de la inmigración. El otro está encabezado por los países que quieren proteger sus fronteras. Hungría e Italia pertenecen al segundo. Hay que devolver a los inmigrantes a sus países. Bruselas dice que no podemos hacerlo. También dijeron que era imposible frenar a los inmigrantes por tierra, pero lo hicimos. Salvini y yo parecemos compartir el mismo destino. Es mi héroe.
Hungría ha demostrado que se pueden frenar a los inmigrantes por tierra. Salvini ha demostrado que se puede frenar a los inmigrantes por mar. Le debemos dar las gracias por proteger las fronteras de Europa. A diferencia de Pedro Sánchez presidente de España por donde continuamente por el mar de Alboran nos entran miles de inmigrantes, a pesar del acuerdo con Marruecos en donde el reino Alauita se compromete a recepcionarlos.
Alemania y Francia han respondido al desafío redoblando la integración europea. El 10 de enero, The Times de Londres informó de que Merkel y Macron se disponen a firmar el llamado «Tratado de Aquisgrán», que «marcará el comienzo de una nueva era de integración» al «forjar una defensa compartida, y políticas exteriores y económicas en un pacto gemelo sin precedentes, considerado prototipo del futuro de la Unión Europea» Ambos países presionarán para que Alemania tenga asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, junto a Francia, EEUU, China, Rusia y Gran Bretaña, los aliados victoriosos de la Segunda Guerra Mundial.
El Tratado de Aquisgrán se enfrentará sin duda a la oposición nacional en ambos países. En Francia, sacudida por las protestas del movimiento de los «chalecos amarillos», Marin Le Pen desdeñó el nuevo tratado diciendo que era un dictado «desequilibrado» de Alemania. Alexander Gauland, líder del partido antiinmigración Alternativa para Alemania (AfD), lo describió como «una erosión de nuestra soberanía nacional».
La AfD está dividida en su postura hacia Salvini. Aunque la cúpula de AfD ha alabado a Salvini por su apoyo a la soberanía nacional y su oposición a la inmigración masiva, Alice Weidel, líder de AfD en el Bundestag, ha sido tajantemente crítica con la gestión económica del Gobierno italiano.
Se ha empezado una trayectoria de ideas en el Parlamento europeo que será distinta a la del duopolio socialista y del centro derecha que siempre ha gobernado Europa La única certeza sobre las elecciones europeas es que los socialistas y los comunistas siempre serán menos en Bruselas, y ya han hecho demasiado daño
Empieza un viaje que seguirá en los próximos meses hacia una Europa diferente, a un cambio en la Comisión Europea, en las políticas europeas, que sitúa en el centro el derecho a la vida, al trabajo, a la salud, a la seguridad, todo lo que las élites europeas, financiadas por el multimillonario húngaro y filántropo George Soros, y representadas por Macron, lo niegan.
Nos acercamos a un punto de inflexión histórico a nivel continental. Me asombra el estupor de una izquierda política cuya única razón de ser es ya desafiar a los demás, que cree que Milán no debería acoger al presidente de un país europeo, como si la izquierda tuviese la autoridad de decidir quién tiene derecho a hablar y quién no, y que después se pregunta por qué ya nadie les vota. O como en España todos los partidos de izquierda y derecha reniegan de VOX como si de un apestado se tratara y ojala se integrara en esta nueva corriente impulsada por Salvini y Orbán.
Esta es la primera de una larga serie de reuniones para cambiar los destinos, no sólo de Italia y Hungría, sino de todo el continente europeo. Europa debe ser blanca
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Como me gustaría poder hablar contigo de todo esto y contarte lo que yo viví en Bruselas los dos años que estuve en la Comisión Europea.
Algunas cosas no se pueden decir aquí pero aciertas de lleno. Aunque a veces parezca lo contrario Francia y Alemania siempre van de la mano.
Y siempre consiguen los votos de alguien más para salirse con la suya.
Has abierto un debate muy interesante.
Saludos,
José Manuel del Pozo
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Sera porque Francia y Alemania tenían las economías más saneadas o hasta ahora nadie se les había enfrentado abiertamente, lo intento Grecia y fracaso, pero abrió la puerta al descontento social, la inmigración aún no era el problema que es hoy, sin embargo, si resalto el descontento social que ahora es más acuciante y bueno también hay que considerar el modo, forma y porque se creo la UE. Un saludo amigo
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