Podría decirse que algo hay si nos atenemos a la lucha llevada a cabo entre los principales laboratorios de los EE.UU sobre la implantación de los productos transgénicos, siendo América del Sur su laboratorio.
Noticias alarmantes cuento menos nos trae la webs diversas webs, un puñado de empresas en su mayoría de origen estadounidense, se han encargado del diseño de semillas genéticamente modificadas (o GMO por sus siglas en inglés) que tienen el propósito de limitar la producción de alimentos y acabar con la soberanía alimentaria en regiones como Sur América, África, y países terceros en vías de desarrollo.
Siendo las empresas Monsanto, Dupont o Bayer, las protagonistas de tal desastre alimentario fundamentalmente Monsanto y así se refieres estas webs. Como estrategia de superioridad global, las GMO son para las empresas norteamericanas un negocio redondo en la medida en que no sólo producen las semillas modificadas, sino que además venden los “antídotos” contra las plagas. Si un campesino compra las semillas de empresas como Monsanto está obligado a gastar también en los herbicidas e insecticidas de la misma corporación. “Ley Monsanto”.
De este modo, el cambio en los alimentos ha generado la pérdida progresiva de la soberanía alimentaria, esto es, la autonomía de los pueblos para definir su propia política agraria sin tener que luchar en contra de empresas que buscan monopolizar la producción de los alimentos.
En primera medida, la calidad de la tierra ha disminuido dramáticamente, incluso perdiendo su uso y nutrientes. En segunda instancia, los científicos comprobaron que los productos de Monsanto y empresas similares traen daños irreversibles para la salud de las personas, evidenciándose incremento en casos de cáncer, malformaciones congénitas, daños genéticos, entre otros.
La Universidad de Virginia en Estados Unidos realizó un estudio en el que se comprueba que los herbicidas e insecticidas producidos por Monsanto han causado importantes daños ambientales, incluso en el crecimiento de plantaciones de maíz.
Así sin duda nos encontramos con una monopolización de productos “transgénicos” altamente perjudiciales para la salud humana, contagió de las tierras fértiles en países en vías de desarrollo y en contrapartida nos encontramos con Rusia que apuesta por los productos no transgénicos y alimentación saludable.
Rusia puede estar dando una enorme bofetada en la cara de la agroindustria estadounidense que busca la dominación del comercio mundial de alimentos. En un reciente discurso, el presidente Putin anunció que el objetivo nacional de Rusia es convertirse en autosuficiente en materia de alimentos para el año 2020. Y lo que es más destacado: Putin pretende convertir a Rusia en el mayor exportador mundial de alimentos orgánicos no transgénicos de la industria de la alimentación.
Hoy, tras menos de un año y medio después de tomar la decisión de prohibir las principales importaciones agrícolas procedentes de la UE hacia Rusia, como represalia por las sanciones impuestas por la UE sobre Rusia, la producción agrícola interna de Rusia está experimentando un renacimiento notable, y en algunos casos, incluso un nacimiento.
“Nuestro sector de la agricultura es un ejemplo positivo.
Hace una década importamos casi la mitad de nuestros productos alimenticios y dependíamos críticamente de las importaciones, mientras que ahora Rusia se ha unido al club de los exportadores. El año pasado las exportaciones agrícolas de Rusia ascendieron a casi 20.000 millones de dólares. Esto es un cuarto más que nuestros ingresos procedentes de la venta de armas y alrededor de un tercio de los ingresos procedentes por las exportaciones de gas. Nuestra agricultura ha hecho este salto en un periodo corto pero productivo. Muchas gracias a nuestros residentes en las zonas rurales.
Quien haya probado ambos sabrá que no hay comparación posible. La comida orgánica Rusa supera a los productos agrícolas industriales occidentales, adulterados deshonestamente y etiquetados erróneamente como “alimento”. El uso intensivo de fertilizantes químicos, herbicidas, pesticidas, antibióticos que pasan de los animales a los campos, todos han llevado a un agotamiento dramático de los microorganismos esenciales en cada vez más suelos agrícolas de América y de la UE. Y desgraciadamente, lo mismo está sucediendo en China de acuerdo con los agrónomos bien informados.
La reciente caída del rublo, en medio de la caída global de los precios del petróleo, reducirá aún más el consumo ruso de alimentos de importación procedentes de la UE, algo que favorecerá el consumo de los alimentos “producidos en Rusia”.
Los resultados iniciales de esta nueva política de autosuficiencia en la agricultura rusa son en general bastante positivos. Desde que se impuso en agosto de 2014 la prohibición de importar alimentos de la UE, la producción de carne de vacuno y de patatas se ha incrementado en un 25%, de carne de cerdo en un 18%, de queso y de requesón en un 15%, de carne de aves de corral en un 11%, y de mantequilla en un 6% . La cosecha de verduras de Rusia de 2015 estableció también un récord, con un crecimiento de producción global del 3%.
Las absurdas sanciones estadounidenses y la guerra económica contra Rusia están produciendo lo contrario de lo que los globalistas pretendían conseguir.
Otras fuentes:
http://www.jornada.unam.mx/2007/02/08/index.php?section=sociedad&article=047n1soc
http://www.nadasantosobremonsanto.com/soberania-alimentaria
http://journal-neo.org/2016/04/21/now-russia-makes-an-organic-revolution/